Los recuerdos de mi infancia en la ciudad de Nueva Orleans son algo agridulces. Había momentos preciosos cuando mamá nos llevaba a mis hermanas y a mí en autobús a comprar zapatos nuevos o a visitar a la familia. También había momentos especiales cuando mamá nos llevaba al zoológico en tranvía.
Pero, por otro lado, también tengo recuerdos de ver cómo comenzaban las peleas en medio de los proyectos habitacionales y de tener miedo incluso de salir de mi propia casa. Pero todos esos momentos que viví son los que me hicieron ser quien soy hoy en día y estoy muy agradecida a Dios por su protección, gracia y misericordia durante toda mi vida.
Tengo un lugar especial en mi corazón para los niños que sufren en todo el mundo y estoy comprometida a hacer todo lo que pueda para ayudarlos. Uno de mis objetivos es compartir la historia de la gracia y la fidelidad de Dios en mi vida con las comunidades desfavorecidas de todo el mundo. La misión de mi vida es ser una bendición para este mundo. Oro para que mi historia, plasmada en Una Vez Hubo Una Chica, te bendiga.